martes, 12 de octubre de 2010

Después del 41º Congreso Nacional de Podología (I)

Bueno, ya estamos de vuelta de Gijón, de estar presente en el 41º Congreso Nacional de Podología. Mi entrada no pudo se mejor. Nada mas hice entrar el director de la agencia del evento me hizo pasar al despacho del Presidente y Secretario del Congreso D. José Luis F. Lagos.


El recinto ferial cuenta con un extraordinario Palacio de Congreso. Después de recoger la documentación se me acerco una azafata y me pregunto que si yo iba a dar alguna ponencia.


Le dije que no. Salude a muchos colegas conocidos y a muchos mas que aunque no los conocía tenían referencia por esta bitácora. Sin duda, tener un blog es una liberación, somos los 'blogautores', a través del cultivo de la palabra, a lo mejor a más velocidad, pero con toda la fuerza de los buenos trovadores. Ya se que no todos actúan igual. Punto que me aclaró nuestra Presidenta V. Novel.

Se podía subir a una primera planta, donde estaba todo el meollo del Congreso, bien con esfuerzo físico, o a través de una escalera mecánica. Justamente a mano izquierda estaba los cuadros del concurso de Pintura, a mano derecha la exposición del los póster –muchísimos-; enfrente cuatro pasillos los distintos stand de las casas comerciales.


A través de una amplia puerta, vigilada por dos miembros de seguridad, se pasaba a un amplio hall, donde a mano izquierda se encontraba un salón de acto donde se desarrollo los cursos monográficos, a mano derecha, podíamos contemplar 5 o 6 ordenadores conectados a Internet. Enfrente se pasaba por un pasillo elevado al estand de Isdin, a la misma altura, pero en el otro ala, se encontraba un bar, donde Isdin nos ofrecía espacio para la conversación entre compañeros y la posibilidad de hacerlo con un buen jamón y queso exquisito.

Al salón donde se desarrollaban las conferencias se podía acceder por tres niveles, a través de una escalera, una rampla o bien, al mismo nivel del hall de entrada teníamos a nuestra disposición un guardarropa en el margen izquierdo.

Un atril, abajo de un gran marco, se encontraba el ponente. Error, bajo mi punto de vista, ya que las conferencias se oían con eco en la mayoría de los conferenciantes, excepto aquellos, como Julio López, que tiene una voz potente y clara.

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